El sastre y diseñador Christian Lacroix es internacionalmente conocido por su estilo único, peculiar y saturado. Estos aspectos de su genialidad han tomado vida en su estreno como decorador en un hotel del distrito parisino de Les Marais. Le Petit Moulin es un hotel patchwork cargado de originalidad y detalles un tanto delirantes.
Lacroix tuvo carta blanca a la hora de diseñar cada uno de las diferentes estancias, y finalmente logró erigir un espacio peculiar muy alejado de las tópicas cadenas hoteleras de la zona.
Predomina lo barroco, que ejerce un cierto aire de locura a las habitaciones; los colores son estridentes y en ocasiones complementarios; las paredes cubiertas de bordados collage y pinturas llamativas; toiles de Jouy; óleos del Siglo XVIII, sillas clásicas como las de Saarinen.
En definitiva, Le Petit Moulin no respeta a lo sencillo y sofisticado de su propio nombre si no que se convierte en un lugar intenso y muy personal. Algo que el mismísimo Lacroix no podría haber hecho mejor; un lugar, sin duda alguna, muy pero que muy kitsch.
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