En el sur de Austin, Texas, el cielo es el límite. Cada persona es completamente libre de hacer lo que quiera, desde plantar un cactus en el tejado a construir una catedral de basura en el patio casero de su casa, como ha hecho Vince Hanneman.
Vince empezó a construir esta catedral, invisible desde la calle, en 1988 cuando el contaba con algo más de 20 años. En la actualidad, y tras un trabajo diario constante, la catedral alcanza los tres metros del altura y alrededor de 60 toneladas de basura.
Desde fuera, la catedral parece pequeña, comprensible debido al tamaño del patio, pero una vez dentro, como por arte de magia, se amplia. Quizás sea por las escaleras a distinto nivel, los techos abovedados o las plataformas que Vince a construido para observar, ya que debido a su altura, cuando estás en la cima, la vista es magnífica.
Desde fuera, la catedral parece pequeña, comprensible debido al tamaño del patio, pero una vez dentro, como por arte de magia, se amplia. Quizás sea por las escaleras a distinto nivel, los techos abovedados o las plataformas que Vince a construido para observar, ya que debido a su altura, cuando estás en la cima, la vista es magnífica.
Aunque la catedral es muy conocida, resulta increíble que muchas personas aún no sepan de su existencia. Vince asegura que no empezó esto para recibir atención, y a pesar de ser admirado por la comunidad artística local, no le da importancia: “Sólo hice esto porque era algo fresco, es mi club, algo divertido”. Así, cuando la gente pregunta sobre la motivación de su obra, esperando una respuesta profunda, Hanneman contesta: “La construyo porque sí, porque me gusta. Cuando me deje de gustar la tiraré abajo”.
La catedral, envuelta en la vegetación subtropical de Texas, se enmarca en improvisados “racimos” sujetados con cable, de todo tipo de objetos: ruedas, parachoques, utensilios de cocina, escaleras, botellas, piezas de bicicleta, y objetos que no se identifican claramente. Repleta de increíbles detalles, resulta difícil saber cual es la base, qué lo mantiene, pero sea lo que sea, el efecto es impresionante.
Hoy en día sigue trabajando en ella diariamente, y creciendo por objetos que va llevando la gente, aunque no son del gusto de Vince: “Hay cosas que ya no encajan, que no van con ella”. Aún así, declara que no se va a dedicar a ella el resto de su vida, sólo lo hará hasta que se canse, hasta que ya vea que no hay nada más que añadir.
Esta catedral hecha de basura, por extraño que parezca, ha acogido bodas, fiestas, despedidas de soltero y es uno de los destinos turísticos favoritos para colegios y centros de la tercera edad. Su entrada es gratuita, aunque claro, se aceptan donaciones para que Vince Hanneman, pueda ir mejorando esta construcción día tras día.
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